Hay algo que ha quedado bastante claro en la actualidad: el aluminio no es más un material que pueda pasar desapercibido o del cual se puedan tener dudas con respecto a sus múltiples beneficios y las ventajas de su elección y aplicación. No obstante, a veces, conocemos mucho acerca de las virtudes de un material, pero desconocemos de dónde viene y cuál es su historia. Esto nos interesa abordar en esta ocasión. Por eso, a continuación, hablaremos un poco acerca de la historia del aluminio y cómo ha ido cambiando con su transitar en el tiempo.
Depreciación del aluminio
El aluminio es un metal no férreo. Hoy, es el más producido en el mundo. Además, se debe tener en cuenta que es uno de los elementos más presentes en la corteza terrestre. Pero no siempre fue un material popular.
En sus comienzos, tras ser descubierto, el aluminio era considerado como un metal preciado, tan importante y tan valioso como el oro. Era concebido como un metal de gran valor. Recién en el siglo XIX aumentó exponencialmente la producción de este metal y se fue teniendo más conciencia acerca de sus diferentes virtudes y ventajas. Eso llevó a una producción masiva y a que se comience a utilizar en distintos ámbitos, como es el caso de la construcción. Esa utilidad permitió que hoy seamos capaces de hablar de estructuras, de fachadas, de aberturas, de todo tipo de elementos y espacios construidos en aluminio.
En sus comienzos, el aluminio era conocido con otro nombre: alumbre. Para encontrar esta denominación es necesario remontarse a la Edad Antigua. En ese momento, sus usos estaban más bien limitados a la medicina y a la tintorería, dos mundos completamente aislados y diferentes entre sí, en los que el aluminio era utilizado con un criterio en común: se aplicaba bajo la forma de sal doble y proporcionaba enormes beneficios en los dos sectores.
En el siglo XIX, se dieron distintos avances tanto en la química como en el campo de la física, que son los que hicieron posible una separación del elemento químico concreto. Este, pasaría luego de estos acontecimientos a recibir el nombre con el que lo conocemos en la actualidad, que es el nombre de “aluminio”. Hasta ese momento, como decíamos anteriormente, era todavía considerado como un metal de lujo propio solamente de las élites económicas y sociales.
Ya hacia fines del siglo XIX el metal se popularizó. Esto coincidió con que comenzó a ser destinado a industrias diversas, como es el caso de la aeronáutica y de la automovilística. Y, claro está, comenzó a aplicarse cada vez más en el ámbito doméstico, acaparando cada vez más sectores y elementos de los hogares en su producción, tanto para puertas y ventanas, como también luego para utensilios, para columnas e, incluso, para mobiliario, como podemos ver hoy en día. Esto se debe a que los avances tecnológicos habían logrado que el proceso de su extracción fuera mucho más sencillo y económico, por lo cual comenzó a ser cada vez más accesible.