Cuando se piensa en una cocina doméstica funcional o en una cocina profesional, los utensilios de cocina son parte fundamental de su funcionamiento. Durante los últimos años, tanto los electrodomésticos como las herramientas en general de las cocinas han ido creciendo considerablemente. El surgimiento y el avance de estas herramientas apuntan a facilitar tanto la vida profesional como la vida doméstica de las personas que desean optimizar y, a la vez, reducir el tiempo de los procesos de cocina.
Pese a eso, poco solemos saber respecto de los materiales con que los utensilios de cocina están hechos. Para entenderlo, es fundamental hablar de aleaciones de metal. En la actualidad, podemos encontrar una gran diversidad de materiales en este tipo de herramientas de cocina. Desde elementos de cobre y aluminio hasta acero inoxidable, hierro y, a veces, otros materiales más bien estéticos como el vidrio templado y la piedra. Estos últimos dos se usan, en general, con objetivos puramente estéticos y no vinculados a la calidad de los materiales o a su resistencia.
Para comprender un poco más sobre el tema, a continuación, veremos cuáles son las aleaciones de metales más frecuentes en los utensilios de cocina. Hablaremos de las opciones que puedes encontrar mayormente en el mercado actual.
El aluminio
Con el paso del tiempo, el aluminio va reemplazando a otros metales en distintos ámbitos de la vida social, productiva y comercial. Claramente, los utensilios de cocina no son la excepción a ello. Es un material que se destaca especialmente por su ligereza y por su alta conductividad tanto eléctrica como térmica. Estos factores hacen que se trate de un material altamente favorable para su uso en la producción de utensilios.
Otro gran atractivo de este metal para dicho uso tiene que ver con su bajo costo de producción. Pero, además, con su potencial para ser reciclado en un 100%, requiriendo para ello sólo el 5% de la energía que se necesita para la producción del metal nuevo.
Hace dos décadas, se habían generado ciertos rumores respecto a los perjuicios de utilizar ollas de aluminio para la salud. No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había desmentido esos rumores, afirmando que no existe una liberación de metal durante la cocción que pueda afectar a la salud de las personas. Luego de eso, ha ido en aumento la producción de todo tipo de utensilios de cocina en aluminio, convirtiéndose en uno de los metales clave y más estratégicos del mercado para estos fines.
El cobre
El cobre aparece especialmente en los utensilios de cocina clásica. Es decir, es poco frecuente en los utensilios más bien modernos, por lo que no se encuentra tan fácilmente en la actualidad. No obstante, para quienes gustan del estilo antiguo, puede ser una excelente apuesta. También se encuentran en cocinas gourmet tradicionales, siendo un material elegido con frecuencia por los chefs.
El cobre tiene una excelente conductividad térmica, lo que permite propagar el calor muy bien. De esa manera, aseguran que se genera una cocción homogénea y lenta de los alimentos. No obstante, es importante recordar que, en general, las ollas de cobre se encuentran recubiertas en otros metales, como puede ser la plata, el estaño, el níquel, entre otros, puesto que el contacto directo entre el cobre y los alimentos puede generar contaminación.
El acero
Por último, debemos mencionar al acero inoxidable. Al igual que el aluminio, este se encuentra en cocinas de todas partes del mundo. Es uno de los materiales más usados. Se usa especialmente en ollas, aunque, con el paso del tiempo, va siendo reemplazado por el aluminio. Se destaca por sus características estéticas y por su alta resistencia al desgaste por el uso. También presenta una buena resistencia a la oxidación, siendo una buena elección por parte de los fabricantes.
En general, los utensilios de cocina hechos en acero son fáciles de limpiar y eficientes. Garantizan la integridad de los alimentos que se elaboran con ellos, lo cual se considera muy importante en las cocinas industriales. Es un material eficiente para evitar posibles contaminaciones que podrían ocurrir con otros metales, tales como el anteriormente mencionado cobre.